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Así en la tierra como en el cielo

Los Bosques (3)

Los Bosques (3)          Emocionados y conmovidos, seguimos el sendero y penetramos en otra zona del bosque donde no reina el agua sino el fuego. Porque ahora estamos en el territorio de los dragones. Sí, los bosques también son la morada de los dragones, esos seres milenarios que a pesar de su ferocidad tienen toda la sabiduría del universo en sus grandes ojos y, aunque su presencia nos asusta, sabemos que no nos harán daño porque ellos conocen el fondo de nuestros corazones y saben quienes somos y por qué estamos allí. Recorremos, estremecidos, sus dominios y desembocamos en otro espacio no menos misterioso. Ahora el bosque forma parte de las antiguas ruinas de no se sabe que civilizaciones perdidas que el hombre nunca llegó a conocer. Columnas caídas, templos semiderruidos, escaleras de piedra que no conducen a ningún lugar, inmensas estatuas de mármol que nos miran con sus ojos ciegos y nos sugieren que el pasado del hombre sigue siendo una incógnita y que el poder del bosque sabe guardar todos los secretos, todos los enigmas.De pronto notamos que el sol se está ocultando y, apresuradamente, buscamos de nuevo el sendero para regresar, pero no lo encontramos. Nos hemos perdido y está oscureciendo. Esta es la otra cara del bosque, la de los terrores nocturnos e infantiles. ¿Quién no ha tenido pesadillas en las que se perdía entre  árboles al llegar la noche? Aterrorizados nos sentamos sobre un tronco caído. Todo es oscuridad a nuestro alrededor. Nos parece oír ruidos extraños y misteriosos. Nos creemos vigilados por animales perversos que quizás quieran devorarnos. En este bosque nocturno volvemos a sentirnos niños aterrorizados y recordamos las leyendas oídas junto al fuego que hablaban sobre lobos embaucadores de doncellas y sobre brujas que engañaban y se comían a los niños y ogros malvados que devastaban aldeas y nos parece que todos esos personajes se han dado cita esta noche en el bosque para estar junto a rostros.

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