Los Bosques (1)

         Tal vez los bosques sean el escenario de una realidad diferente. Quizás se parezcan a nuestro subconsciente y por eso nos sugieren tantas fantasías. Penetrar en ellos es como soñar, como caminar por una dimensión diferente y desconocida donde todo puede pasar.         Dentro de bosque frondoso, envuelto en la niebla, paseamos entre gigantes de madera y plantas que nos hacen sentirnos pequeños y vulnerables. El único sonido que hay es el de la brisa que susurra entre las ramas y los trinos de los pájaros que vuelan sobre nuestras cabezas. Ni siquiera oímos el ruido de nuestros pasos que son silenciados por los húmedos helechos que alfombran el suelo. Parecemos flotar y podemos imaginar que allí habita lo imposible. 

Detrás de unas piedras cubiertas de musgo vemos correr a los gnomos y a los duendes con sus rostros arrugados de viejos sabios y bromistas. Si escuchamos con detenimiento oiremos un suave tintineo y si sabemos mirar con los ojos del corazón descubriremos a las diminutas hadas que revolotean a nuestro alrededor, dejando a su paso estelas de polvo dorado que huelen a lavanda y espliego.

 Seguimos por un sendero casi imperceptible y desembocamos en el lugar más onírico del bosque.